Esperaba una sorpresa de esta edición, pues prometían en el un contenido de reflexión de altos vuelos y genialidad desbordante entre sus lineas. Todo lo que el nombre de Gaudí podía proponer en una portada impresa.
Abiertas las páginas, recorridas - hay que decir que no se tarda mucho pues son pocas y casi vacías -, no destacaríamos ni media docena de ellas por "curiosas" y casi ninguna por "grande".
Hacer caja a consta de un gran artista, vender hasta los últimos rescoldos de su creación, o lo que debió dejar en la mesa camilla, parece no tener límites.
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