viernes, 23 de julio de 2010

El triunfo del verso sereno








Una Noche de Junio es la nueva obra poética de Santiago Gil, con la que obtuvo el Accésit del Premio Ciudad de Las Palmas de Gran Canaria 2009, y que hoy disfrutarla en nuestras manos. El escritor y periodista canario, del que últimamente tenemos la oportunidad de leer un buen número de títulos de narrativa, nunca ha dejado de lado el verso. Tiempo de Caleidas (Accésit del Premio Ciudad de Las Palmas de Gran Canaria 2005) y Color del tiempo (Premio Esperanza Espínola 2006) forman parte de su producción poética, además de engrosar su nómina de premios literarios.

Santiago Gil no es un poeta desbordado por los sentimientos extremos o la poética de bocanadas, la serenidad y pausa de sus versos nos hacen partícipes de una experiencia reflexiva tras cada página pasada. No pretende incorporar grandes sentencias o dogmas, destrona la cadencia de las palabras gruesas y los ritmos barrocos, y descubre en las derrotas cotidianas, como titula una de sus últimas novelas, pequeñas verdades universales.

Si te vas
vuelven las ensaladas sin aliño,
los almuerzos solitarios
con la televisión sin volumen,
el vino triste de última hora de la noche, […]

S. Gil no teme que encontremos en sus versos dosis de narración, de descripción del escenario vital, pero los tiñe sutilmente con adjetivaciones de gran calado poético. Tratando el abandono y la soledad, nos descubre una realidad común y compartida; los momentos en los que identificamos la ausencia asumida.

El título no resulta casual. Nuevamente Santiago Gil nos demuestra que no pretende un libro de poemas con ecos y adornos excesivos. Pretende que identifiquemos la obra con un casual grupo de poemas escritos en cualquier momento de meditación sin grandezas ni solemnidades. Como buen narrador, es de trabajo diario y continuado, por lo que sus versos, de igual forma, no buscan ser una explosión circunstancial, sino un mesurado encuentro con sus propios pensamientos ya reposados por la experiencia.

El poeta retoma en algunos poemas su geografía personal, recorriendo aquellas ciudades que habitó y que hoy le sirven para deshacer imágenes perfectas.

El eco de un bolero cantado en un bulevar de París.
El equipaje de los cabizbajos poetas solitarios.
Una mañana de otoño en el Río de la Plata.
Praga, Venecia, Lisboa.
La Cícer cuando llueve y es inviernos.
Las Calles de Amberes al caer la tarde.

Retornará varias veces a la lluvia para expresar, desde distintas ópticas, una calmada tristeza y melancolía. Unas veces nos relata la lluvia sobre la playa, como culmen del desconsuelo otoñal, y otras, la lluvia urbana que deja calles desoladas. El mar también da cobijo a momentos de tristeza, a duras despedidas, al recuerdo imperecedero.

La mar va borrando tu huella,
la ceniza luminosa de tu cuerpo.

Se permite en este libro juegos poéticos, algunas composiciones de tinte humorístico, sin perder un fin trascendente. La poesía no es sólo un divertimento, aunque pueda ser esto un modo de comunicar un mensaje mayor. Vuelven las ciudades en algunos poemas más, colocando la memoria S. Gil en su barrio madrileño de Malasaña, u otros lugares que fueron espacio y hoy son recuerdos o recursos litearrios,  para finalizar el poemario con dos grandes versos que reducen toda la poética de Santiago Gil a un buen principio.

Yo siempre me quedaré con la derrota de los pecios,
Con todos esos barcos hundidos con palabras olvidadas.

El poeta sabe de la poca importancia que tiene para el mundo su trabajo, su obra, como la de otros tantos escritores.  Pero ni en este momento, que necesita quizás un grito o una llamada a la revolución del arte, Santiago Gil pierde la plenitud de los ritmos, y rielan sus versos, nuevamente, en el triunfo del verso sereno.

Sin duda dejar de leer Una Noche de Junio  de Santiago Gil, es una derrota.

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