sábado, 14 de agosto de 2010

Madeira







En el entorno de la macaronesia atlántica se encuentra un archipiélago sorprendente; Madeira. Un grupo de islas verdes y frondosas, donde el más ancestral bosque de laurisilva, ya perdido en muchos otros lugares, permaneces intacto, a pesar de siglos de tala y quema. Su cultura y gastronomía, tan cercana a la canaria, por su parecido encuentro entre las orillas americanas, europeas y africanas, da buena cuenta de la complejidad de una sociedad portuaria y abierta al mundo.

La arquitectura, los apellidos, algunos vocablos, sus cultivos, la comida e incluso el folclore demuestran el transitar de la población en todo el entorno atlántico, pues su parecido con lo canario es un incentivo más para la visita. 

Se trata de un entorno privilegiado. Funchal, una ciudad, cuyo centro histórico, tiene las dimensiones exactas para vivir y conocerlo en unos días, se abre al transeúnte en adoquinadas calles peatonales y grandes plazas. Por supuesto, como si fuera una firma de la propia cultura portuguesa, la ciudad está abierta al mar y al monte, por lo que recorrerla obliga a admitir la cuesta y las lineas curvas como una forma más de distancia entre dos puntos.

Sólo tomar un café en el "Golden Cock", junto a la Catedral, con una libreta en blanco sobre la mesa, junto ya merece la pena. 

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