lunes, 6 de septiembre de 2010

Descubriendo a Vila - Matas








Lo confieso, hasta hace unos días que comencé a leer “Dublinesca” no había tenido antes en mis manos ningunas de las novelas de Vila – Matas.  Y es que por mucho que uno lea, los días siguen teniendo las mismas horas, y los años las mismas jornadas.  

Descubrir a Vila – Matas con esta novela es un verdadero placer. La historia de este editor que bebe, tras su jubilación, los amargos tragos del fracaso, sirve como escenario para el análisis de algunas de las teorías más interesantes y personales, que parecen trasladarse del propio autor de la novela a la mente literaria del protagonista. Una composición en presente, lo cual causa cierta extrañeza en el lector, poco acostumbrado a estos “atrevimientos”, que desmenuza las cotidianidades de un ser humano como estructura que sustenta sus propias mentiras, sus necesarias defensas frente a una mente arruinada tras analizar sus ruinas, y que, a su vez, le permiten mantener una fachada excelsa frente a quienes le rodean. 

Muchos libros han pasado por mis manos en estos últimos años, y ninguno ha generado en mí, hasta ahora, una necesidad tan acuciante de devorar más de cien páginas sin descanso en el primer encuentro con la novela. 

Continúo descubriendo este viaje final, este destino hacia el funeral de La Galaxia Gutemberg, del mundo en que el papel reina, a través de las manos de Vila – Matas, invitándoles a compartirlo.

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