domingo, 3 de octubre de 2010

A los ojos de ... Laura Cancho











Flor nacida entre la acera
Todo amor es el último.
Agua en deshielo de azul cielo
Todo amor es el último.
Un  beso en el portal de tus padres
Todo amor es el último.
Mirarte mientras bajabas  hacia el  metro.
Todo amor es el último.

Esperarte o despedirme, todo amor es el último.


Este poema es una declaración frustrada, porque cuesta entenderlo como un carpe diem. No parece reflejar una sensación de “mejor ahora”, sino quizás, un “para qué ahora”. Pero al fin y al cabo la lectura de los poemas tiene mucho más que ver con el momento del lector que con la intención del poeta. Me confieso, yo no sería capaz de leerlo ahora mismo de otra forma.  Cuando nos presentaron descubrí en aquellas conversaciones con dos o tres cervezas (mientras un nutrido grupo de poetas veía un partido de futbol tras un recital conjunto) que en ti se mezclaba la naturalidad, la inocencia, con una especie de conocimiento potencial y atado de la experiencia (como quien no pretende dejar que quiebre la ingenuidad lo que ha de venir) y una fuerza excepcional en todas las palabras. Esto también tiene sentido al leer estos versos y da más fuerza  a una visión de aprovechamiento del ahora.

- ¿Por qué todo amor es el último?

Creo que si no sientes que todo amor no es el último no es amor, casi todos buscamos el amor verdadero aunque lo neguemos por las diversas  decepciones de la vida, pero también nos atamos a otros amores para sobrevivir a la mediocridad de la cobardía a estar solos, cuando estar solos es la esencia primera de la búsqueda del amor.  No me gusta explicar mis versos, pero la intención mía y el momento del lector es una fusión simbólica muy esperanzadora en mi poesía,  en la que he de creer como ese amor al que me entrego como si fuese el último, que es mi forma de amar.

 - ¿Y cada poema, lo escribes como él último? ¿Cómo el primero quizás?

Cada poema lo escribo lo mejor posible, sin más pensamiento que la unión de la palabra y la inspiración.

- ¿Te sientes por tanto un ser llegando a su fin, o un ser renaciendo cada vez?

Me he sentido muchas veces las dos cosas y sigo viva, supongo que al escribir siento el alivio de la incomprensión social y me hace apreciar una cierta tristeza que me alivia, renacida de la falsa sonrisa a un mundo corrompido por la imagen que nos manipula y nos sugestiona la libertad. Digamos que en la poesía me siento un ser que intenta no engañarse a si misma, ni para gustar a un jurado, ni para tener más libros, ni ser la que más recita, más contactos o mejor piernas tiene, porque será la única forma de crear una generación libre de repolludos con titulitis, cursiladas métricas, listones impuestos por no se sabe quien y falsos halagos, que evolucione el alma poético de este siglo.

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