domingo, 6 de noviembre de 2011






Acrílico sobre papel obra de Andrés Delgado. Colección Luis Antonio González Pérez





Estoy dejándome llevar,
hundiéndome en las cebas,
lamiéndome la sal
sin poder desenterrar mis pies del parqué,
ni respirar otro aire distinto de domingo.

Me ahogo  -libre - porque sólo se rendirme
ante un mar que se incendia
contra los riscos arrasados de la memoria
ardiendo y renaciendo entre la  espuma.

Entro al horizonte inmenso
- desnudo -
con los párpados sometidos,
con una mano atada a la otra. Abrazado a mí. Solo.

Siento mi cuerpo perderse a la deriva,
sin peso,
con un sol que torna de color los ojos cerrados
y araña las cumbres blancas del agua,
las estelas abandonadas de todos los viajes
que terminan en ninguna parte.

Estoy dejándome llevar hacia mañana,
para despertar y que no queden restos de la tormenta
ni de mí en esta costa,
en este papel que me trae el mar tan lejos
y lo inunda todo.

Luis Antonio González Pérez
6 de noviembre de 2011 

3 comentarios:

  1. Precioso poema inspirado en una preciosa obra de Andrés Delgado. Felicito a ambos.

    Y mi abrazo apretado.

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  2. Es un gustazo tener ese mar dentro de casa. Se puede oler la sal, respirar la humedad, incluso palpitar con el oleaje.

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