lunes, 2 de enero de 2012

Cultura y Gestión ¿enemigos o necesarios cooperantes?






Cada vez que tenemos ocasión de leer algún artículo o reflexión en relación con estos dos conceptos, cultura y gestión, supura entre sus líneas un hálito de crítica atroz y hiel mal digerida. Como si ambos conceptos tuvieran que detonar al juntarse, o corroer todo a su alrededor, muchos de los firmantes de esas divagaciones caminan en la absurda línea de que, si existe gestión económica de un espacio cultural, existe un "paso previo" a la privaticación, o una pérdida de los fines u objetivos de la institución que se gestiona. 

El Museo del Padro, gestionado desde hace unos años por Miguel Zugaza, ha realizado un interesante recorrido por dejar de ser el cofre olvidado del tesoro artístico del país, a posicionarse en la escena como una de las pinacotecas más relevantes del panorama de la gestión cultural del presente. Por supuesto, la valía del compendio de obras que forman el catálogo del museo no ha variado ni se cuestiona, pero la gestión de las exposiciones temporales, los intercambios y relaciones con otras pinacotecas, la realización de innovadores proyectos museográficos, y la buena promoción de sus acciones, han hecho destacar cualquiera de sus movimientos frente otras de nuestras grandes instituciones pictóricas. 

Recientemente leía en un diario de tirada nacional que "había optado por una gestión más americana" que llevaba sin lugar a dudas a "una privatización" de la institución, y como utilizaban unas declaraciones del director del Museo de Arte Moderno Reina Sofía para afirmar "no hay que perder la mira y los objetivos de un museo".

El usar "modelo americano" como símbolo del mismísimo demonio, resulta bastante obsoleto y malintencionado, dado que si uno viaja por Europa, ese tipo de gestión también lo es de muchos centros británicos, franceses, y alemanes. El poner valor a lo ofertado (con los descuentos y gratuidades necesarias para asegurar el acceso libre a la cultura), el aprovechar las posibilidades de captación de recursos a través de la venta de objetos relacionados, o ocio alternativo, etc. no parecen ser necesariamente "pérdidas" de la idiosincrasia de nuestros museos, como si comienzan a conformar nuevas oportunidades para sus proyectos y continuidades dentro de la esfera cultural internacional.

Manteniendo claro los principios básicos de una cultural asequible y accesible, de la universalidad de la misma, y de lo público, no debemos contraponerlo a una más que necesaria gestión lo más autónoma posible, y si se puede, que sea una captación de recursos para otras instituciones y proyectos que no tienen esa oportunidad ni repercusión. 




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