En un mundo en el que, quien más
o quien menos, huye de algo o hacia alguna parte, resulta complejo frenar esa
constante escapatoria para buscar el origen, iniciando así un camino en que
crecer sin miedos ni rencores, sin culpas ni anclas que lastren nuestro avance.
Esto parece que se nos quiere hacer entender en la obra El viaje de la Matrioska,
obra creada, escrita y dirigida por David Lemos.
El montaje, que se representa
cada martes a las 22.15 en el Café del Teatro Arenal (C/ Mayor, 6 – Madrid), comienza
en una vieja estación de tren, donde una mujer en un andén dialoga con la
matrioska, o quizás consigo misma. Un viaje interior en el que el espectador
parece poder reconocerse en cada una de las escenas, dispuestas en círculo, y a
través de las cuales nuestra protagonista parece ir montando y desmontando esa
muñeca.
Una obra reflexiva y pausada, donde
la música en directo de saxofón y piano acompaña a los personajes y al
espectador durante toda la obra, plantea un constante interrogante sobre lo que
habitualmente aceptamos ¿ser o parecer? ¿Estar con alguien o depender de
alguien? ¿Ser actor o espectador de nuestras vidas? ¿Ser el centro del universo
o aceptar a otros en mi universo?...
Lamentamos no poder reflejar en
estas líneas una de las imágenes poéticas más geniales que hemos podido
observar sobre un escenario, un exquisito baile de silencios y gestos
cómplices, y una metáfora casi en hipérbole del proceso de enamoramiento.
Los actores guardan un magnífico
equilibrio con la obra, potenciando sus papeles con acierto. Cabe destacar que
el uso de personajes cómicos y trágicos en la misma obra, mantiene un excelente
ritmo y evolución en la escena, que permite, el pensamiento y el
entretenimiento sin solaparse.
Recomendamos encarecidamente el
disfrutar de esta obra, porque todos necesitamos un viaje hacia algún sitio, o
simplemente iniciar un camino hacia ninguna parte.
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