Acrílico sobre papel obra de Andrés Delgado. Colección Luis Antonio González Pérez |
Estoy dejándome llevar,
hundiéndome en las cebas,
lamiéndome la sal
sin poder desenterrar mis pies del parqué,
ni respirar otro aire distinto de domingo.
Me ahogo -libre
- porque sólo se rendirme
ante un mar que se incendia
contra los riscos arrasados de la memoria
ardiendo y renaciendo entre la espuma.
Entro al horizonte inmenso
- desnudo -
con los párpados sometidos,
con una mano atada a la otra. Abrazado a mí. Solo.
Siento mi cuerpo perderse a la deriva,
sin peso,
con un sol que torna de color los ojos cerrados
y araña las cumbres blancas del agua,
las estelas abandonadas de todos los viajes
que terminan en ninguna parte.
Estoy dejándome llevar hacia mañana,
para despertar y que no queden restos de la tormenta
ni de mí en esta costa,
en este papel que me trae el mar tan lejos
y lo inunda todo.
Luis Antonio González Pérez
6 de noviembre de 2011
Me gusta.
ResponderEliminarPrecioso poema inspirado en una preciosa obra de Andrés Delgado. Felicito a ambos.
ResponderEliminarY mi abrazo apretado.
Es un gustazo tener ese mar dentro de casa. Se puede oler la sal, respirar la humedad, incluso palpitar con el oleaje.
ResponderEliminar