jueves, 14 de mayo de 2020

"El Amor Imposible" de Santiago Gil: una poética narración de presente y trascendencia


Santiago Gil nos tiene acostumbrados a su gran capacidad de trabajo y su más que afinada rutina de producción literaria. Quienes conocemos su vespertinos hábitos no podemos más que admirar, al tiempo que entender, por qué es un escritor tan prolífico,  y por qué su obra tiene esa capacidad de equilibrio sea el formato o la temática que sea.

Y es que Santiago Gil no es sólo un narrador incansable, para muchos es un poeta escribiendo narrativa. En resumen, es un poeta, y como tal, observa el mundo, recoge una mínima existencia o una experiencia fugaz, y la transforma en la belleza y transcendencia de una filosofía o un pensamiento elevado. Nos obliga a mirar hacia la tierra para leerle, y parar para alzar la mirada imaginaria al universo para localizar la esencia de lo leido. 



Así sucede con "El Amor Imposible" que uno empieza a leer creyéndolo un entretenimiento de época.  El libro contado en la primera persona de un narrador-escritor que a tiempos podría ser él mismo autor y a tiempos una traslación de él a un escenario en que se unen espacios y tiempos que no están en el presente vivido, nos relata una historia de amor nacida justo el día antes del inicio del confinamiento, y le sirve de excusa para ir relatando con maestría lo que va sucediendo en un Madrid en shock hasta casi nuestros días. La historia importa, pues es una reflexión viva sobre el amor de impacto, el de avalancha, el que sobreviene cuando no estás preparado, ni tan siquiera atento. Ese sentimiento que les desnuda y les hace inocentemente débiles, infantilmente incontenibles, pero maduramente disfrutables a ambos. Un amor de distancia en tiempos de cercanías, en tiempos de inmediatez, en tiempos de multimedia. Pero en tiempos de  aislamiento.

Pero si creyéramos que esa es la razón de la novela nos atreveríamos a decir que nos confundimos. Pues la novela nos compromete mucho más con nuestro tiempo. De ahí la brillantez de Santiago Gil. El autor nos obliga a pensar con él en lo que sucede, en lo que en la sociedad está generando todo esto. En los distintos perfiles sociales, sus reacciones. Tambíen en la clase política. Toma una historia de amor para invitarnos pacientemente a dejar de ser meros lectores de una historia de amor, y convertirnos en personas con un criterio más equilibrado, global y pausado de la experiencia presente, sus consecuencias y devenires. Nos habla de todos los miedos, de todas las esperanzadas, de todas la grandezas y pequeñeces que la sociedad pone de relieve estos días. Tambíen de las sensaciones, de las vivencias, del sentimiento  que cada uno puede reconocer entre los suyos o  en uno mismo.

Pero el propio autor juega a explicarnos en algunos momentos sus intenciones "siempre se puede escribir de amor" como advirtiéndonos de que esto no es lo importante, o "Estos días en que tengo todo el tiempo del mundo para escribir están siento los menos productivos de mi vida" mientra nos escribe una novela de la forma más ágil que lo ha hecho, al menos que conozcamos, en su producción literaria. Y con grandes expresiones del tiempo moderno de la soledad hiperconectada como "pienso en ella cuando la escribo y me escribe. El resto del tiempo estoy solo".

Estamos posiblemente ante un obra que demuestra cómo Santiago Gil se ha sobrepuesto a sí mismo, a su pasión por los tiempos de descanso de sus obras, a su amor por las publicaciones "tardías" para regalarnos una joya que nos permita al tiempo que el llegaba a esas cotas de trascendencia y universalidad de pensamiento sobre el presente, y también de actitud crítica y revolucionaria, hacerlo nosotros a nuestro nivel y altura. No sin dejar de disfrutar de una bella historia de amor, de la que cada cual, seguramente ha vivido algún párrafo o capítulo en su vida.

Tiempos convulsos en los que nos toca quedarnos con aquella máxima de que "el amor nos salvará", pero obligándonos a recordar que tras tanto ruido siempre hay cuervos anidando esperando la carroña, fantasmas de la historia que pasean en busca de escenarios superados, e intereses sobrevenidos que no advertimos. Pero también, héroes generosos, vigías de las ideas y grandes creadores de arte. Gracias Santiago por este regalo.  

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