domingo, 6 de marzo de 2011

A los ojos de ... Mariano Gallego Seisdedos







Cada uno quizás, pues esa puede ser la verdadera razón del arte, hace su propia lectura de la creación del otro. Entre un gran grupo de obras, el espectador se dirige, por instinto o necesidad, hacia aquellas que de mejor forma le permiten existir, expresarse, entenderse o verse reflejado. Recuerdo la primera vez que visité tu estudio vi desde un poco más allá de la entrada un grupo de obras, casi superpuestas, que parecían ser una serie de creaciones primitivas en cerámica de señales y dibujos prehistóricos.

 Recientemente, con motivo de la exposición “Cámera Oscura” del colectivo “Tres en suma” al que perteneces, nos planteaste, y quizás enfrentaste, dos obras dispares pero que dialogaban en el estudio de Carmen Issasi. Una gran masa etérea y plástica, de luz y calor, mantenía un encuentro con una lienzo de mediano tamaño dado la vuelta. ¿Era tal el diálogo? ¿Por qué ese encuentro de negaciones? Un cuadro que no visualizamos y un gran volumen sin masa, tan sólo de espacio. ¿Son dos vacíos habitables, tiempo y espacio? ¿Qué nos propones con esa desfragmentación de los sentidos y también de los elementos?

La obra queda emplazada en dos actos simultáneos que son sinónimos (quizá debería decir heterónimos) que identifican dos lugares de reflexión e interpretación íntimamente relacionados.

¿Y por qué dos?

Esta dualidad o fragmentación al menos nos permite desentrañar el significado dentro pero también fuera de la misma obra a la manera de los espejos de Velázquez; en este sentido estar fuera y dentro de los contextos que plantean cada una de las dos obras tiene y cobra un sentido capital de perspectiva o de dimensión, para acometer la contemplación, comprensión y sentido del planteamiento.


El primero nos narra la lógica de unas masas etéreas (aire) que pugnan a la expansión y que son apresadas sólo parcialmente por diversas capas de plástico (ojalá pudiéramos estar hablando de membranas creadas por materia blanda, tejida por retículas moleculares al estilo de las pompas de jabón tan ligadas a las vánitas de la iconografía barroca de la pintura holandesa). Las retículas pues asocian una "nada" guiadas de manera natural a una economía en el espacio (máxima capacidad, mínima superficie) que es el determinante para la génesis de la forma. Precisamente esta "nada" (en el sentido de una jarra vacía) es pergeñada por o con una cierta densidad: luz (fotones que cambian de longitud de onda, que se acercan o se alejan según el caso). Existen varias membranas en una metáfora de universos coexistentes superpuestos y relacionados.

Quizá con esto baste: con luz contenida, con luz en movimiento oscilando en su desarrollo de trayectoria, longitud de onda o temperatura (apostamos que a 3 K).

El segundo nos remite a la celebérrima obra de Joan Miró; nos dice "Photo" y nos dice "tiempo". El primer lema alude al tiempo detenido, alude a todas las posibles miradas escenas o momentos (sería el gran pantallazo), pero también a todos los lugares, en todos los lugares y en la misma fracción temporal. Ésta foto simultánea de un tiempo detenido en ese instante describiendo algo parecido a una "superdimensión" en la evolución de la materia; se trata de la foto que revela el gran muro de luz primigenia que informa todo lo perceptible, incluídos nosotros mismos y nuestro pensamiento, de extraños orígenes.

Como reseña " il condotiero T.": " absolutamente masturbatorio " ¡cómo si la búsqueda interesada, frívola o casual de cuantos "aleph" borgianos que se hallen en estos mundos no tuviera un sentido de codicia! Todo nos es necesario en esta gran bóveda, todo referente o punto de apoyo puede sostener y mover nuestra concepción del mundo y sus afanes e incluso despertar nuevas interrogantes.

Estas dos " imago mundi " guardan (como no podría ser de otra manera) una estrecha relación con la tradición icónica: de Konya al "Cristo Hipercúbico" ( por sólo citar a dos ejemplos ) de éste afán representativo renovado constantemente en toda época o civilización y que tal vez suponga un consuelo para afrontar la dimensión real o imaginaria que transitamos.

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