sábado, 18 de junio de 2011

La natural poética de Antonio Pérez Henares


Muchos lectores desconocían que Antonio Pérez Henares era poeta. Este desconocimiento es posible, pero si me permiten, fuera de toda lógica literaria. A diferencia de otros narradores y periodistas, Pérez Henares ya nos descubre en sus obras sobre la prehistoria de la región del Henares, así como en sus columnas y artículos del blog, una indudable poética.

Su amor por la naturaleza del entorno de su pueblo natal, el dominio exacto del lenguaje y un inmejorable ritmo narrativo, y ahora poético, nos propone siempre un viaje sensorial que nos traslada a un paisaje, a un paraíso. Conoce bien aquello que describe con la exactitud de un fotograma, si la técnica nos permitiera impregnar en el papel todos lo que entra a borbotones por nuestros sentidos y de alguna forma inunda el alma en esos campos.

Pero no queda tan sólo su poética en una modernización de lo bucólico. Pérez Henares dibuja a su vez unos lienzos donde el amor, a veces imposible, cansado en la ausencia o pleno en el recuerdo, impregna ese paisaje alcarreño, sirviéndose de él para lanzarnos a las pupilas el desasosiego, la frustración o la pasión vivida.

En Animales, vegetales y minerales  (Novísima biblioteca, Ediciones Irreverentes, 2008) Pérez Henares se abre al lector con unos primeros versos que elevan la mirada: … Y la carne se hizo la palabra / La luz comenzó a entrar entre las copas de los helechos […]. Nace así un poema que destrona la creación divina, pero eleva a divinidad el propio paisaje. Sentencia al final de este mismo poema : […] Y sobre la tierra sólo hubo palabra. Adentrándonos más en el libro, surge la nostalgia del rio, que confunde con un ente marino, le da acción y conciencia, lo nutre: […] Vienes hacia mí, en la tarde / que huele aquí a lejanía y ser marino, / con el ruido verde / de tus choperas descubriéndote en el llano […]. Es en uno de los poemas últimos, en el que el autor pide convertirse en ave, donde encontramos un cierre excepcional a la propia esencia de los versos de Pérez Henares: […] Es un verso. Unas palabras / sin respuesta, devueltas, / sin caricias […] Se vacía el poeta, siente la soledad, la libertad del ave, pero su distancia del mundo y cierra el poema con unos versos excepcionales: […] Y regreso solo. / Volvió con el silencio / Anochecía.

Recientemente ha publicado El vuelo de la garza (Pigmalión, poesía. 2011) que cuenta con excepcional prólogo de Basilio Rodríguez Cañada.  Este volumen cuenta con una mayor presencia de temática amorosa. El poeta nos descubre versos de pasión, equilibrio y elegancia. Abre el libro diciendo: […] Un instante de alguna de sus lunas, / no lo dudes, / lleva escrito nuestro nombre, / y está ya impreso […]. Así Pérez Henares marida nuevamente el sentimiento con un escenario natural, no con la ciudad o la intimidad del hogar. Recupera el Henares en una rítmica composición que dice: He tardado en encontrar esta noche el agua quieta / pero he recodado un rio de oscura corriente y espumas turbulentas, / y una cascada donde ya queríamos amarnos. […]. Así el poeta pasa continuamente de la potencia amatoria, al recuerdo del amor pasado. Nos postula en un péndulo sereno que recorre lo vivido, que no se conforma con ser ayer, y que siempre está a la espera del día de mañana. Hasta los poemas que nos hablan de un dolor o un intento de olvido y sufrimiento, se nos presentan pausados y bien digeridos por Pérez Henares: No habrá versos tristes para ella. / No le llevará mi palabra la tristeza. / Cuando nazcan en mi corazón / los lavaré con el agua de su dulce recuerdo / y no los dejaré que me aniden en el alma.

Podemos conocer a Antonio Pérez Henares, por su participación en debates televisivos, por sus artículos o trabajos periodísticos, o por su brillante y disfrutada narrativa, pero adentrarse en su esencia y ser a través de su poética, es un viaje muy recomendable.

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