miércoles, 17 de agosto de 2011

Dios nos salve de la crisis







Tan antiguo como la religión es el turismo de fe. Desde el comienzo del cristianismo, un buen número de destinos "santos" han movido las masas de uno al otro confín de la tierra, con la promesa de la redención o le milagro. No era posible confirmar que las tumbas o lugares sagrados estuvieran donde anunciaban estar, pero movido por la fe, los mitos y las costumbres que se transmitían generación en generación, esas peregrinaciones servían de impresionantes motores de progreso, riquezas, y corrientes de pensamiento y creación artística. El más conocido es el Camino de Santiago, que sin que pueda confirmarse el enterramiento del Santo Apóstol en Compostela, durante siglos motivó y auspició la creación de un fuerte entramado de edificaciones religiosas que dieron la vuelta al arte antiguo, y junto al mismo camino, el comercio y los negocios fueron un rio fecundo de oportunidades. No es menos importante las cruzadas o viajes de peregrinos a Tierra Santa que llevaron a miles de personas a cruzar la Europa católica hacia otros dominios paganos, y justificaron la toma de ciudades, tesoros y nuevas rutas comerciales, así como el nacimiento una amplia red de banqueros y guardias pretorianas que cubrieran esas rutas.

Hoy Madrid está tomada por cientos de miles de jóvenes, y otro buen número de fieles de distintas edades, que hacen colas en los establecimientos de comida, toman las calles, cambian divisas en las entidades financieras, compran suvenires en el centro, y aprovechan los ratos para hacer turismo. Lejos de valorar si nos cuesta dinero, se les financia o no "la peregrinación", o si es de recibo o no esta ayuda para la consumación de ritos o costumbres que son privadas y particulares del ser humano (como lo son otras también financiadas), si podemos sorprendernos por el estallido comercial que por unos días, cualquier evento de esta índole supone para el comercio y la restauración de una ciudad.

Sorprende, y quienes trabajamos a pie de calle con comerciantes y empresarios lo sabemos, que muchos han adelantado su vuelta de vacaciones para estar al pie del cañón estos días en sus establecimientos que doblan turnos o contratan algún trabajador demás para aprovechar el tirón de demanda. No creo que "Dios nos salve de la crisis", pero me temo que a estos eventos se les va a terminar cogiendo el gusto. 

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