Las redes sociales se han copado
de comentarios, críticas y menciones a una de las noticias más representativas
de la gestión política del Archipiélago de la última semana. El recorte de un
65% del presupuesto de la Viceconsejería de Cultura del Gobierno de Canarias no
ha dejado indiferente a la cultura isleña, que se ha manifestado a través de las
columnas de opinión, las redes sociales y las distintas plataformas.
Clamorosa ignorancia rezuma entre quienes nos gobiernan, creyendo que se puede entender un recorte en la Cultura
de esa magnitud, mientras otras partidas, en especial las que se refieren a
cuanta "tontaina" se le pueda ocurrir a un nacionalismo trasnochado y
poco responsable, se mantienen o se incrementan, por no mencionar las referidas
a los sueldos y extras de toda "garrapata política".
Si la medida fuera parte de un
plan real de austeridad circunstancial, no recibirían nuestra crítica. Pero este vapuleo representa una vez más la gratuidad
con la que se puede pisotear la cultura de una sociedad, sin que se levante
apenas polvo.
Pero por otra parte, y analizando
la gestión cultural de los últimos años, el destino de los dineros públicos, la
elección de los proyectos, las decisiones arbitrarias, y la gestión interesada
y "bolsillera" del presupuesto, mejor que pasemos todos hambre.
Harto de ver como se financian
editoriales privadas con dinero público, sin que sus libros se muevan de un
cómodo almacén ni alcancen la tirada acordada; hasta las narices de ver como
algunos se embolsan miles de euros por iniciativas rimbombantes pero sin un
mínimo criterio o fundamento; reventado de "artistas de la corte";
asombrado de cuantos viven y subsisten saltando de despacho en despacho,
valiendo lo mismo para un roto que para un centro cultural.
Se acabaron los paseos de las "reinas
madres" de la cultura canaria a golpe de 6000 euros el sentarse frente al
público; ya no quedarán cuartos para que "emerjan de la nada proyectos con
más gasto en imprenta que en actividades", se quedarán en tierra cuantos
viajan de uno al otro confín con la maleta cargada de aire y la mente vacía.
Al resto, a los pobrecitos que
nunca nos cayeron ni las migajas, no nos cambiará la vida para nada. Aunque mucho me temo que si queda algo de presupuesto, las mismas hienas abrirán el banquete y no dejarán ni los tobillos.
El problema no es el presupuesto, es quiénes y para quién lo gestionan. Condenamos la medida desde el más visceral grito que nos pueda salir del teclado, pero no es más que un paso dado, sobre el camino por el que ya vagan los que "apagan nuestra cultura".
Muy fácil: los recortes, que lo mejor sería 0 euros para cultura-incultura mafiosa, a quien realmente perjudicará será a todos esos especialistas en la práctica de la felación institucional.
ResponderEliminarBien enfocado, hay profesionales de la subvención y casi siempre las ayudas van a la misma gente mientras otros proyectos importantes se quedan sin financiación
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