Me pesan
demasiado los gerundios
y retorcer
el cuello a los futuros imperfectos,
se ha
convertido en rutina.
El argumento
para continuar bailando al son de las tormentas
con una
coreografía angulosa,
es ya una raíz
seca envenenada de asfalto.
Comienzo a
temer que esto, que parecía necesario,
que nos
llenaba las horas de preguntas
arrastrando
la mente al caos o lamiendo al mundo las heridas.
Insisto,
esto que tenía un sentido,
o alguien
nos lo pesó en importancia,
no vale más
que un masturbatorio ejercicio, un placebo,
la
contorsión hipnótica de los sentidos.
No sé si hay
hueco para nosotros
ahora que no
damos respuestas
a un mundo
que comienza a estar harto de los espejismos.
Luis Antonio González Pérez (Mayo 2012)
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