Renace Pompeia entre las manos de Federico J.
Silva (Las Palmas de Gran Canaria,
8 de marzo de 1963) para hacerse inmortal bajo la lava de su
ingenio. El volumen que hoy, vestido de exquisito negro, encuentra lugar entre
la colección Baños del Carmen de Ediciones Vitruvio, no es tan sólo la redición
de la obra galardonada en 2006 con el Premio Tomás Morales, si la
constatación de que la poesía con voz propia, el trabajo de en canto universal
al amor, que no deja de lado la crítica a la sociedad que vivimos, puede,
además, perdurar y reconstruirse tras cada lectura, sin tiempo.
Si en otros autores un obra de con esta idiosincrasia
podría terminar siendo tan sólo una conformidad con el tono clásico y el
equilibrio de la forma, el poeta se viste en la composición de primera persona y
añade un tú poético, una razón, como dicta en la dedicatoria “A lunnia por quien abandono Roma”, para
eternizar el amor sobre el paraíso de la ciudad sepultada.
[…] para
ti este legajo escribo
que los
gramáticos y los dioses
que estilo
perdonen a este loco
y su estro
inflamado. […]
El poeta avisa que no pretende agradar sino a
quien tome esta obra en su biblioteca, y advierte que no será del gusto de
academicistas. La ironía y el desapego al parnaso
y al boato no es, ni mucho menos, una impostura maldita de Federico J.
Silva, tampoco es un escudo sobreactuado. El autor realmente quiere centrar su
obra entre el yo y el tú poético, dejando al resto como espectadores sin
permiso para la intervención en la obra. Así centra la narración en un
destiempo del lector, en otro momento histórico, y comienza prontamente a
lanzar cenizas que sepulten también a otros.
[…] Ahora
golpea
el sol
solis en mi fenetra
como diría
un poeta chirle
o un
esbirro pretoriano.[…]
[…] los
que advierten que del ojo
Depende con
que se
Mira tienen
el ojo
Sucio relativamente
[..]
Federico J. Silva no construir poemas extensos
cual cantos, y recortarlos con estas pequeñas composiciones reflexivas, donde
premia y realza la reflexión, sobre la
forma o el ritmo, tomando magistralmente un encabalgamiento violento y
personal, que enriquece y abrevia la lectura.
No se queda tan sólo en eso, sería pues un
solo entretenimiento, juego de taller o una demostración de agudeza. El poeta
encuentra la voz para ironizar sobre las incongruencias de una sociedad que se
cuestiona.
[…] El
tirano fue aquí un hombre muy odiado
Pero aun
sigue en el foro su enorme estatua ecuestre […]
También lanza llamas contra una sociedad
marcada por el desencuentro entre las riquezas y las opulencias, que el poeta
describe con desprecio, y la esclavitud y vejación ante los iguales convertidos
en esclavos. Una actualización nos llevaría a encontrar esos personajes en
cualquier poesía social contemporánea, en cualquier arti-cuento o novela compuesta
con base ideológica de nuestro tiempo. Pero Federico J. Silva consigue engendrar
belleza a la vez que hiere la conciencia y el estómago con sus versos, dando al
lector una presentación de que a pesar de los tiempos, nuestros males no son
muy distintos.
[…] sus
villas presuntuosas
Donde el
arte es molesta decoración
Sus exedras
sus frescos su apolo tras Dafne[…]
[…] su
cave canem más cándido
que el
cánido rostro de su dueño
sus
triclinios sus esclavos y sus pájaros[..]
Cierra el libro un excelente poema que
describe el posible sentimiento de Théophile
Gautier visita Ponpeia, donde retorna el amor para cerrar en un poema sin
eco clásico, para devolver al lector a su tiempo y su espacio
[…] Te
soñé beldad de antaño
o te soñó
mi dolorido sueño
como mi
primer y postrero amor
no te
aceptaré ahogada por la ceniza
nada se
crea ni se destruye
lo amado
no muere arria marcella.
Esta Era Ponpeia no pasó ni pasará
desapercibida para el lector. Maximino Trapero lo calificó de un “Un clímax poético calculado y eficaz”.
Del mismo modo Rodríguez Herrera
señala “tras este intenso poemario hay, además de un canto al amor eterno, una
profunda crítica a la sociedad actual. en esta obra, y ahí radica uno de sus
rasgos más originales, es el mundo clásico el que camufla la realidad actual” Y
no son las únicas muestras de la idea de que este libro es uno de los
referentes de la obra de Federico J. Silva, de su propio código y voz, y un
referente para muchos que vimos en este libro una lectura inesperada y
necesaria en estos tiempos.
Como el propio
Federico respondió en una entrevista hecha por Antonio Jiménez Paz “… concibo
la poesía como una obra de lenguaje por encima de cualquier otra consideración,
aun de carácter personal, y que lo que para mí cuenta finalmente es la eficacia
expresiva o al menos su búsqueda. Creo que esa es la clave para entender mi
idiolecto poético: el interés por la investigación idiomática y la
experimentación formal. ¿Sabes lo que pasa? Pues que el lenguaje poético se
gasta expresivamente, y así ha pasado a lo largo de la historia literaria con
el petrarquismo, el Barroco, el romanticismo, el modernismo... Recuerdo aquello
que decía Roland Barthes, que los escritores místicos se enfrentaban al
lenguaje para llegar más allá del lenguaje, y que ese lenguaje contra el que
luchaban era su enemigo.”
Con estas notas, que son una personal lectura
y, por tanto, no la única ni la más certera, invitamos a tomar Era
Ponpeia (Ediciones Vitruvio, 2012) y navegar en voz de Federico J.
Silva.
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