El pintor tinerfeño Andrés
Delgado nos descubre en su nueva exposición en la galería Fortuarte.es (Cuenca)
una apasionada lectura de su más reciente creación. Acostumbrados a propuestas
en serie de argumentación única, la presente nos ofrece un recorrido selecto
entre “Barrancos”, “Escrito sobre la piel” y “Llaves para el Horizonte”.
El poeta plástico, como quiso
definirlo el escritor y periodista Sabas Martín, capta la esencia del paisaje y
lo define sensorialmente entre sus composiciones de acrílico, cartón y madera. Pero
no se queda en el límite del marco, A. Delgado conquista también el espacio
cercano, la frontera plástica, para desbordar con sus paisajes el entorno expositivo.
Del mismo modo que el paisaje no conoce de cuadraturas, el pintor descubre su
canto, deliberadamente imperfecto, a la tierra y el horizonte, al vacío, al
detalle y a la oscuridad que acecha en muchas de sus obras.Tampoco pretende
dejarse embaucar por el plano, la fuerza de los barrancos y acantilados, como
propia piel de la tierra, nos inunda el espacio anterior, y nos atrae hasta
abrir el horizonte con sus llaves personales.
Tierras, negros, madera, azules, heridas
en el cartón, metales, reinventan el paisaje como un diario personal de viajes
sensoriales por el imaginario del artista. Si bien las obras de grandes
dimensiones hipnotizan al espectador, son a razón de quien escribe, las de
pequeño formato las que enamoran y nos descubre la capacidad inmensa de este
poeta del paisaje para “esencializar” el diálogo interior de Andrés Delgado con el
espacio redefinido en la plástica.
“Conoce su oficia” insistía Sabas
Martín, y es que en estos tiempos lo que debía ser común, se convierte en una
excelencia poco habitual. No hay nada al azar ni casual en su obra, como bien
lo demuestra su costumbre de trabajar en serie sobre una idea motor y llevarla
a la extensión de sus composiciones. Valiente, sin miedo a los peligros de lo
nuevo en su devenir artístico, nos ofrece el placer, a quienes llevábamos algún
tiempo sin ver una exposición suya, de sorprendernos y congratularnos con su
constante camino exquisito hacia el aprendizaje de nuevos códigos y lenguajes
en los que sentirse, nuevamente, de aprendiz a maestro en su misma obra.
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